viernes, 9 de diciembre de 2011

El Presidente está triste...


El Presidente está triste.
¿Qué le pasa al presidente?
En estos días de tranquilidad y relax, en una de esas muchas vueltas que le da uno a la cabeza, me venía  la imagen de la balconada de Génova el veinte de noviembre.
Amén de los abrazos, gritos, banderas y cánticos que se vertían en ese día glorioso para la militancia del PP, tengo grabada la fotografía de la cara del presidente electo. Reconozco que soy apasionado pero no fanático y que el retrato que me quedó ese día fue el de un hombre asustado y con una expresión congelada y muy tibia frente a la cara de alegría y satisfacción que mostraba, por ejemplo, la señora María Dolores de Cospedal.
Soy de los que opinan  que al señor Rajoy esto le va a quedar largo y ancho, que, incluso en alguna ocasión se le pasó por la cabeza pensar que se precipitó en su afán por llegar a La Moncloa y que, si hubiera hecho caso a los millones de personas que pensábamos que tendría que arrimar el hombro y asumir y participar en las medidas necesarias para la recuperación económica del país, seguramente ahora, su posición al frente del gobierno sería más cómoda.
Probablemente midió mal los tiempos y midió mal  su ansia de sentarse en el sillón presidencial. Durante estos tres años nos hemos hartado de oír que él estaba para hacer oposición y que el Gobierno, si no era capaz de afrontar la crisis tendría que adelantar las elecciones porque él sí sabía cómo sacar a España de la crisis ¿?
Pues bien, aún no ha sido nombrado Presidente y ya anda diciendo que sacar a España de esta crisis no es tarea de un gobierno solo. Pues nada, ahí queda eso…tres años sentado, esperando y deseando los fracasos del Gobierno para poder sacar tajada política pero, claro, por el bien de España. Ahora, asustado, a tender la mano a la oposición, apelando a su responsabilidad y a asumir como suyas las medidas desesperadas y antipopulares que tomarán…los populares, pero bueno, ese es otro debate.
El Presidente está triste…bueno, a mí me importa poco, al fin y al cabo es un charco en el que se ha metido por su propio pie y con el empujoncito de millones de españoles con los que no me identifico pero, claro, es que hoy, viéndole en la cumbre de Marsella, con esa expresión, esa cara y esas perlas que suelta, perdón, que lee. Ofreciendo a los Dioses de la UE los sacrificios necesarios para calmar sus ansias de sangre y dolor, pues no sé yo, como poco me preocupa. En fin…
De momento y solo de momento, hoy me bajo aquí.
P.D. Malos tiempos para…la felicidad

jueves, 1 de diciembre de 2011

Los brotes marchitos


Antes de empezar, quiero aclarar que no tengo ni idea de macroeconomía, que hasta hace unos meses no sabía qué eran los mercados o cuál era el papel del BCE, el FMI, vamos, que no tenía NPI.
No es que ahora domine el tema pero, es que hay cosas que ya caen por su propio peso.
Recuerdo, que allá por mayo o junio del año 2007, una mañana cuando subía al trabajo, como todas las mañanas  iba oyendo  la cadena SER. Sin acordarme del nombre del economista que hablaba en la tertulia de esa mañana, sí que recuerdo que comentaba que empezaban a atisbarse en el horizonte problemas globales en la economía de la zona euro por un ligero retroceso de la economía en los Estados Unidos. Esos datos junto con el ligero crecimiento del número de desempleados y el retroceso en el número de afiliaciones a la Seguridad Social planteaba algunas incógnitas que no eran nada esperanzadoras.
Recuerdo también, que en octubre de ese año, puse mi casa en venta, ya con cierto pesimismo, porque  todo el mundo coincidía en que  “la cosa está más parada”.
Después de esos síntomas, de empezar a ver los brotes marchitos, han pasado cuatro años, cuatro años duros de altibajos y ajustes en la economía que como siempre, hemos pagado los curritos y curritas de este país.
Recuerdo también que algún avezado dirigente de un país europeo grababa en mármol una de esas frases lapidarias para calmar la sensación de impotencia que comenzaba a runrunear entre los normales, “vamos a refundar el capitalismo”.
Cuatro años después, ¡cuatro!, no es que no hayamos refundado el capitalismo sino que hemos engordado al capitalismo más salvaje jamás visto en la historia de la humanidad  y, además, cada día, semana o mes, ofrecemos en forma de sacrificio a los dioses, nuevas ofrendas en forma de primas, recortes y demás .
Fue después de ver la excelente película documental, premiada con un Óscar, Inside Job cuando empecé a entender mejor que esto no es una crisis mundial sino  una estafa mundial milimétricamente planificada para refundar las ya gordas cuentas bancarias en extraños paraísos de un puñado de especuladores que manejan  a los gobiernos a su antojo porque es verdad, los gobiernos están para gobernar como les dicen los mercados.
Pues ahora no solo vale eso, ahora los más resabiados en esto, nos avisan y nos preparan para lo que nos viene en el 2012, que vamos, al lado de lo que hemos estado pasando a lo largo y ancho de estos cuatro agobiantes años, es “pecata minuta”. Vamos que es a partir de ahora cuando los mercados van a jugar con todos nosotros al teto.
Ya en otra si eso, les comento lo que pienso de esos políticos, que con cara de circunstancias y dando esa imagen de hombres y mujeres duros a quienes  no les tiembla el pulso, empiezan a divagar en una especie de éxtasis, proponiendo disparates y planeando un minucioso ataque contra el estado del bienestar, mientras son incapaces de reconocer que han sido ellos y su mala gestión del dinero público, sí, ese que aportamos nosotros,  los que nos han llevado a esta especie de estado de ocupación por los poderes económicos.
 A veces pienso por qué no hemos sido capaces de crear una alternativa a este sistema capitalista tan salvaje. En fin...
De momento, y solo de momento, hoy me bajo aquí.
P.D. Y me preguntan en clase cuando hablamos de algo relacionado con esto, a ver cómo lo viven los niños y me dicen que por qué no fotocopian los billetes y se fabrica más dinero. La verdad es que no sé explicarlo

jueves, 24 de noviembre de 2011

El ratoncito Pérez


Durante estos días de resaca tras el 20N, al igual que muchos de ustedes, he abierto un periodo de reflexión que sin quererlo se ha convertido en una especie de reflexión involuntaria. Tienen estos días, un cierto toque nostálgico y de sabor amargo.
En esta especie de catarsis emocional me ha venido a la cabeza uno de esos recuerdos que aún, a pesar del pasar de los años sigo recordando incluso con cierto cariño.
No recuerdo muy bien cómo fue pero un día cualquiera, como a cualquier otro niño de mi edad, abandonó mis encías un diente. Como siempre hacíamos en estos casos, aquella noche lo coloqué debajo de mi almohada esperando con nerviosismo, ilusión y hasta con un poco de miedo que pasara el ratoncito Pérez. Por mi barrio, solía llevar una moneda de cinco duros que para nosotros era lo más grande.
A la mañana siguiente, al despertar metí mi mano debajo de la almohada dispuesto a recoger el presente que para cubrir mis expectativas había dejado el tal Pérez, al fin y al cabo era un intercambio, yo le doy mi diente y él me corresponde. Bueno...esa noche el ratoncito peludo, feo y asqueroso se había olvidado de mí...
El pasado domingo veinte de noviembre, millones de personas, al acostarse, dejaron bajo su almohada sus ilusiones, angustias y esperanzas, deseando o creyendo que al día siguiente por la mañana al levantarse, mientras tomaban café, leían la prensa o escuchaban la radio de camino al trabajo (los que tienen) el ratoncito Pérez, a cambio de su votos les había dejado la bolsa por las nubes, la prima de riesgo por los suelos, millones de soluciones y tal como les habían prometido, felicidad.
Esa mañana, tal como aquel día de mil novecientos y tantos, el ratoncito no apareció, intuyo cómo se habrán sentido muchos de esos millones de personas y lo siento por ellos, desde aquel día yo no lo he esperado nunca más, lo siento por todos aquellos que regalaron sus ilusiones a cambio de lo que les va a venir y que no creo que tenga nada que ver con lo que pensaban esa noche de domingo llena de botes en un balcón, champán y cánticos de cariño hacia los que no compartimos ideología...
De momento y solo de momento, hoy me bajo aquí

P.D. Recuerdo a una de mis alumnas, Alexandra (8 años) que hace dos meses, cuando acabó el recreo vino llorando porque se le había caído un diente y lo había perdido. Me pidió que si podía escribirle una nota para el ratoncito Pérez. Lo hice. Estuve acordándome de ella hasta el día siguiente. Lo primero que hice al verla en el patio fue preguntarle si había ido el animalito. Afortunadamente, cuando vi su sonrisita con ese hueco gracioso en la encía me imaginé que sí, no me equivoqué, incomprensiblemente había ido y esta vez me alegré.

martes, 22 de noviembre de 2011

La tormenta perfecta

Hoy me ha venido a la cabeza cierta similitud entre una tormenta perfecta con el calvario que nos queda pasar a los socialistas, lamentablemente, o afortunadamente quizá.
Se han dado todas las circunstancias para que esto ocurriera. Los titubeos del Gobierno a la hora de reconocer y afrontar la crisis (de la que no es responsable), el cambio apresurado del anterior Ministro de Economía Pedro Solbes, la falta de pedagogía a la hora de explicar los ajustes (necesarios por cierto), la falsa ilusión con los brotes verdes, un acoso y derribo por parte de los mercados que encontraron el terreno abonado gracias a una oposición irresponsable y ávida de poder, la sensación que hemos tenido muchos que formamos las llamadas bases de un sálvese quien pueda a la hora de elaborar las listas desoyendo las inquietudes de estas bases, la desafección entre los líderes con la ciudadanía y el no entender el mensaje más activista de los últimos movimientos sociales, todo esto, ha producido un desplome inimaginable con la pérdida de más de cuatro millones de votantes de los nuestros. Aún así, tenemos la oportunidad de reorganizar nuestro equipo. Regenerar, oír a la militancia y actuar en consecuencia. Somos un partido muy fuerte, con apoyos, y tenemos dos años para llevar a cabo esa labor.
En estos dos años, el nuevo gobierno tomará la medicina que ha estado dando, irán perdiendo votantes mientras nosotros nos iremos rearmando, sin miedos, siempre hemos luchado y dado la cara y ahora también toca, solo hay que planteárselo.¡Vamos duro!
De momento y solo de momento, hoy me bajo aquí.

P.D. A mis hijos y mis alumnos les enseño que debemos conocer y aceptar nuestros errores y limitaciones, solo así podremos trabajar para superarlos.