El Presidente está triste.
¿Qué le pasa al presidente?
En estos días de tranquilidad y relax, en una de esas muchas vueltas que le da uno a la cabeza, me venía la imagen de la balconada de Génova el veinte de noviembre.
Amén de los abrazos, gritos, banderas y cánticos que se vertían en ese día glorioso para la militancia del PP, tengo grabada la fotografía de la cara del presidente electo. Reconozco que soy apasionado pero no fanático y que el retrato que me quedó ese día fue el de un hombre asustado y con una expresión congelada y muy tibia frente a la cara de alegría y satisfacción que mostraba, por ejemplo, la señora María Dolores de Cospedal.
Soy de los que opinan que al señor Rajoy esto le va a quedar largo y ancho, que, incluso en alguna ocasión se le pasó por la cabeza pensar que se precipitó en su afán por llegar a La Moncloa y que, si hubiera hecho caso a los millones de personas que pensábamos que tendría que arrimar el hombro y asumir y participar en las medidas necesarias para la recuperación económica del país, seguramente ahora, su posición al frente del gobierno sería más cómoda.
Probablemente midió mal los tiempos y midió mal su ansia de sentarse en el sillón presidencial. Durante estos tres años nos hemos hartado de oír que él estaba para hacer oposición y que el Gobierno, si no era capaz de afrontar la crisis tendría que adelantar las elecciones porque él sí sabía cómo sacar a España de la crisis ¿?
Pues bien, aún no ha sido nombrado Presidente y ya anda diciendo que sacar a España de esta crisis no es tarea de un gobierno solo. Pues nada, ahí queda eso…tres años sentado, esperando y deseando los fracasos del Gobierno para poder sacar tajada política pero, claro, por el bien de España. Ahora, asustado, a tender la mano a la oposición, apelando a su responsabilidad y a asumir como suyas las medidas desesperadas y antipopulares que tomarán…los populares, pero bueno, ese es otro debate.
El Presidente está triste…bueno, a mí me importa poco, al fin y al cabo es un charco en el que se ha metido por su propio pie y con el empujoncito de millones de españoles con los que no me identifico pero, claro, es que hoy, viéndole en la cumbre de Marsella, con esa expresión, esa cara y esas perlas que suelta, perdón, que lee. Ofreciendo a los Dioses de la UE los sacrificios necesarios para calmar sus ansias de sangre y dolor, pues no sé yo, como poco me preocupa. En fin…
De momento y solo de momento, hoy me bajo aquí.
P.D. Malos tiempos para…la felicidad